"El estómago, los intestinos, el corazón, los nervios, creo que hasta los riñones se me están echando encima. Necesito otro cuerpo. Necesito un cuerpo de metal para que aguante. O bien un árbol o una piedra. Tiene que ser resistente al venenoso amor, a la insondable fatiga, al alcohol tutelar, a la congregación de los presagios, al ritmo impúdico, vicioso de la vida. La paranoia se desnuda al pie de la cama y baila silenciosamente. Me pongo a ver un programa de vaqueros en la televisión. La muerte no importa. Lo que importa es la lluvia afuera,la insensible tarde, la vida despidiéndose inútilmente" (Jaime Sabines)
"Soy mi cuerpo. Y mi cuerpo está triste y está cansado. Me dispongo a dormir una semana, un mes; no me hablen. Que cuando abra los ojos hayan crecido los niños y todas las cosas sonrían. Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío. Échenme encima todas todo lo que tenga calor, las sábanas, las mantas,, algunos papeles y recuerdos, y cierren todas las puertas para que no se vaya mi soledad. Quiero dormirme un mes, un año, dormirme. Y si hablo dormido no me hagan caso, si digo algún nombre, si me quejo. Quiero que hagan de cuenta que estoy enterrado, y que ustedes no pueden hacer nada hasta el día de la resurrección. Ahora quiero dormir un año, nada más dormir." (J. Sabines)
Cuando despiertas, por la mañana, tan cansada que parece que no hubieras dormido, de poco sirve saber que "otros están peor que tú". Un "mal compartido" no es más llevadero.
Cuando, por el contrario, te tiras sin dormir hasta dos o tres días, es inútil que te digan "eso es depresión", especialmente cuando parecen creer que la dichosa "depresión" es por algo que te estás imaginando o que depende tan sólo de un esfuerzo de voluntad personal, el vencer el insomnio.
Cuando las cosas, que normalmente hacías y que te gustaban, te cuestan un considerable gasto de energía y dolor: caminar, abrir la tapa de los envases; bailar, cargar algún objeto (aunque no sea pesado), ir a trabajar, etc., escuchar un "tienes que aprender...a relajarte y/o a vivir con el dolor", te provocan ganas de gritar y de preguntar ¿Quién es el experto que me va a enseñar?
Y cuando, haciendo acopio de la voluntad para pasarlo bien, a pesar de todo, y buscar rodearte de las cosas, lugares o actividades que te gustan...no falta alguien que te diga "¿Pues no que te sentías tan mal?", como si uno estuviera en la obligación de sufrir, sí, pero en silencio para no incomodar a nadie y metidita en tu casa, como esos héroes anónimos de las historias de televisión.
Pues no, nada de eso sirve. lo que es realmente útil es el que comprendan que, cuando alguien está pasando por situaciones como las que he descrito...al quejarse, uno busca más que consejo, consuelo.
Dice una canción de Mexicanto: "Me basta el silencio, cuando es tuyo y significa comprensión, me basto yo si tú me quieres como soy"
Con mi dedicatoria para todos aquellos que están sufriendo por alguna enfermedad reumática, degenerativa o endocrina...de ésas que dicen los médicos que no son mortales, pero que tampoco se curan, sino que se controlan. De las enfermedades que no causan simpatía entre la gente que no las sufren y, por tanto, no las entienden. Para todos , decir que se vale quejarse haya o no oídos que escuchen .