Fue un mes donde, el "fervor patrio", nuevamente encontró su máxima expresión "mitotera"*** en las plazas de las diferentes ciudades del país. Sí, en todas las ciudades del país pero, especialmente en una, el mitote adquirió tintes trágicos: la Plaza Melchor Ocampo, en Morelia donde, un grupo de desalmados arrojó una granada entre la multitud . Las cifras oficiales hablan de 8 muertos (entre ellos niños y ancianos) y un centenar de heridos.
A mis compatriotas...¿Se acuerdan de aquella época en la que nos consolábamos de la crisis económica repitiéndonos, como loros, aquello de "al menos en México no sufrimos de actos terroristas"? Pensábamos acaso que, por no verlo o por no tocarnos, esas cosas no pasaban en México; o si pasaban era en otro tiempo, o al que le pasaba se lo merecía por andar de "alborotador".
Pues bien, pasaba, pasa y pasará mientras sigamos solidarizándonos, únicamente, en las desgracias; mientras creamos todo, absolutamente todo lo que vemos en la tele, como si fuéramos avestruces (escondiendo la cabeza bajo la tierra) o como cabras, tragándonos todo. Seguirá pasando mientras etiquetemos a la gente que protesta, por los derechos más elementales, como: "ridícula", "idiota", "rebelde" (como si esto fuera defecto), comunista, "inconforme", "peligrosa", en vez de analizar lo que se pide y las consecuencias que puede traernos el apoyar, con nuestras palabras pero también con nuestro silencio, ciertas medidas tomadas por los diferentes "caudillos" contemporáneos...sean estos de "izquierdas" o de "derechas".
Antes de irme a Chicago, cada vez que hacía una crítica a lo que pasaba en México, escuchaba aquello de que "si no te gusta, vete". Una vez que me fui y regresaba de vacaciones a mi país, el discurso cambiaba a "tu no puedes opinar porque no vives aquí" (como si no contara mi nacionalidad y el hecho de ser una de tantos inmigrantes que, con lo que enviábamos a nuestras familias, contribuíamos a apuntalar el PIB). Ahora que me he establecido nuevamente en mi patria, todavía hay algunos que tachan de alta traición, de apátrida a quienes se atreven a hablar sobre ciertas cosas. Como si el "nacionalismo" exigiera el "callar frente a las visitas", o resolviera algo la consabida muletilla, mediocre, de "como México no hay dos y al que no le guste que se vaya".
Dice Juan Villoro que "el nacionalismo hecho en México no es defensivo ni reivindicativo como la mayoría de los movimientos étnicos o culturales que subdividen Europa en tiempos de globalización. Se trata de un nacionalismo fiestero. Cuando gritamos "¡Viva México!", no pensamos en reconquistar Texas ni expulsar a los argentinos que ocupan puestos en las pasarelas de la moda o la delantera de la selección nacional. Nos entregamos a la ceremonia para preservar la muy mexicana costumbre de estar juntos y de preferencia apretujados...Al igual que las concentraciones del Ángel de la Independencia, la grey del 15 llega al Zócalo, las embajadas mexicanas en el extranjero y las plazas movida por el entusiasmo. Sin embargo, en este caso no está respaldada por una insólita victoria deportiva ni por haber conseguido un esforzado empate, variante local del triunfo épico. En la noche del Grito, la Patria puede atravesar su peor momento, competir con Iraq en índice de secuestros y periodistas asesinados, sin que eso detenga las serpentinas. No celebramos la excepción, el mérito inaudito, sino la norma, ser como somos, o como semos, que no es lo mesmo... Las plazas se llenan de mexicanos tatuados, mexicanos torcidos, mexicanos rubios (oxigenados, o no, o nomás tantito), mexicanos con piercing, mexicanos pirata, mexicanos jodidos, mexicanos gallones, mexicanos alienígenas, mexicanos exprés, mexicanos de siempre, mexicanos de exportación, mexicanos típicos, mexicanos raros, mexicanos de calendario, mexicanos hartos de ser mexicanos, mexicanos de dibujos animados, mexicanos como no hay dos, los muchos modos que tenemos de ser La Raza, cuya única estadística se expresa así: "¡Somos un chingo y seremos más!" (artículo: "Mexicanos al grito ¿de qué? El artículo completo AQUÍ)
Con el debido respeto para quienes están sufriendo (ser solidario no implica dejar de ser objetivo) pero, lo sucedido en Morelia refleja, en buena medida la realidad mexicana: en uno de tantos videos de la ceremonia en la plaza, muestran al gobernador ondeando la bandera, una parte de la muchedumbre observando los fuegos artificiales y celebrándolo y, en otro lugar de la plaza, a las víctimas en el piso y a algunos sobrevivientes corriendo. Solo la presencia de las ambulancias y cuerpos policiacos hacen que, poco a poco, la gente se de cuenta de lo que sucedió...el último en enterarse, por supuesto, fue el gobernador. Y es que hay tantos Méxicos, como ojos que lo contemplen.
Ojalá no nos conformemos, como nación, con esa explicación idiota de la denuncia anónima... es sospechosa, en verdad, tomando en cuenta el número de denuncias reales que se archivan y a las que no se les dan seguimiento. Resulta sospechosa, porque todavía hay muertes que deben ser explicadas, e injusticias que deben ser resarcidas. Que no nos pille otra celebración mitotera con un simple recuerdo, monumento o minuto de silencio, mientras seguimos en lo mismo, de lo mismo, de lo mismo, de lo mismo.
La sangre derramada clama venganza.
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
¿Quén soy:
el guarda de mi hermano
o aquel a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás
no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
No quiero nada para mí:
sólo anhelo
lo posible imposible:
un mundo sin víctimas.
Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo
con el cuenco trémulo de la mano.
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
no me dejan cerrar los ojos.
Jose Emilio Pacheco "Fin de siglo"
***NOTA: Según el wiki "La palabra mitote (del náhuatl mitotiqui 'danzante', de itotia 'bailar') es un término de la cultura popular mexicana utilizado para designar un alboroto, tumulto o vocerío. También se usa para hacer referencia a una fiesta. Originalmente se refería a una reunión de brujos, una danza de guerra, o un baile ritual de los indígenas aztecas."