El poder de las palabras puede, en cierto momento, derribar fronteras, acercar corazones, comunicar almas.
Sembradas en el cielo, son capaces de arrullar sueños, de resucitar recuerdos, enjugar lágrimas y alimentar fantasías. Un par de palabras, en su justo momento, destruyen insidias, alivian sospechas, abren baúles y levantan defensas.
Pero cuando las palabras provienen de ese malhadado infierno particular, y son dichas en el peor momento, su poder maléfico destruye la confianza, incrementa los miedos, construye murallas, atiza rencores y reaviva destierros.
No es verdad que a las palabras se las lleva el viento. Lo cierto es que, de tanto usarlas ( o mejor dicho, de mal emplearlas), se van desgastando y así, ajadas y maltrechas, de poco nos sirven para conmover corazones o para sostener argumentos.
10 comentarios:
NO lo dudes amiga, las palabras pueden ser una caricia o una daga según cuando y como se las utilice.
Por eso a veces prefiero el movimiento, este deja que la mente se aquiete y las palabras salgan en su justo momento y de la mejor manera.
Gracias por tu comentario en mi espacio y por tus aplausos. Ahora que se terminó esta etapa, creo podré venir a visitarte mas seguido.
Aunque si sigues escribiendo así nunca llegaré a ponerme al día!
Voy a volver a leer todo lo atrasado, solo quería dejarte un abrazo grande y todo mi cariño!!
Besos
Me gusta mucho verte por aquí Miriam, me hace pensar en esas charlas de café, entre amigas que, aunque con diferentes intereses y estilos, comparten el cariño entre ellas y las viscisitudes de cada una.
Y bueeeno, te lo digo, si es que estoy en un período productivo (de más, a veces) que no sé cuanto vaya a durar. Por acá ya me han preguntado que si desde siempre escribo ( y hablo tanto) y, ni modo de decirles que no... si es que me viene de familia.
Gracias por el abrazo y por el batir de tus alas mariposas.
En todo caso, las palabras nos sirven para algo: para descargarnos de tensiones, para consolarnos, para soltar lastres sentimentales, para definirnos a nosotros mismos lo que nos ocurre dentro... Sigue escribiendo, que es sano y benéfico
Sin las palabras no existiría nada. Ahora bien, entre las palabras un espacio de silencio.
Hay un libro de juan José Millás que se titula El orden Alfabético; sucede que las palabras van desapareciendo y con ellas el objeto que nombran. Ojalá nunca desaparezcan y nos sirvan para alimentarnos mutuamente.
Un abrazo
Rafa
No he resistido los consejos y la preciosa descripción que de tí hace hoy nuestro entrañable Rafa...
Y mis palabras para tí son que me encanta lo que estoy leyendo, pero tienes que quedarte con las palabras de la Buena Gente... Que la hay y te quieren...
Un beso!
hola incombustible
vine de visita tras leer el post de rafa de hoy ... y es que tiene un gusto exquisito, y hoy una vez me lo demostró :) ¡felicidades por tu blog! he pasado rebien leyendo tus posts...
te envio un beso!
lore
Hola compañera...nos conocemos de vista y lectura de casas de amigos comunes, y entro en su casa con los zapatos puestos, espero no le moleste.
las palabras pueden herir y pueden curar,...sí señora, es una metafora muy bien vista...vayan las mías para felicitarle por este blog tan requetebonito que tiene.
un abrazo
Lore, Selma Y Fritus: Muy bienvenidos sean. Pasen, acomódense donde gusten. Esta casa está llena de papeles viejos y de amigos nuevos.
Y pasa que una va aprendiendo a querer a las personas a través de las descripciones de los amigos. Y pasa que una se alegra de encontrarlos en los lugares que frecuenta. Y si tiene una la dicha de recibirlos en casa, mejor que mejor.
Muchas gracias por visitarme y por sus comentarios. Todavía me debo la visita en casa de Fritus y, ahora también en la de Lore (A Selma ya la fui a ver una vez, pero amenazo con volver pronto)
Un beso a los tres y vuelvan muy pronto por favor.
Rafa:
Sigo emocionada por la entrada que me has regalado y muy, pero que muy contenta.
Tines razón, las palabras deben alimentarnos, hacer que reconozcamos lo que de bueno hay en el corazón, en el propio y en el de los demás... así veríamos que las dudas son las mismas, que los sueños son parecidos y que lo que nos hace ser humanos es, precisamente todas y cada una de las cosas en las que coincidimos.
Besos y más besos, para ti, para Bego y para Laura.
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