El viernes, después de escribirles la leyenda, tuve que ir al centro de la ciudad a realizar algunos trámites. Caminando por las calles me di cuenta de dos cosas. La primera, que después de mucho tiempo pude transitar libremente por las aceras, debido a la desaparición de los puestos ambulantes y la basura que generan, tanto los "usuarios" como los vendedores de dichos puestos. Es decir, por primera vez, en mucho tiempo, puede uno disfrutar de un paseo con comodidad, admirando todos los edificios coloniales que ahí se encuentran.
La segunda fue que, al llegar a la plancha del Zócalo y ver los preparativos de instalación de lo que, según el gobierno capitalino, será la "pista de hielo más grande del mundo", me percaté de lo cerca que estamos de experimentar (o sufrir) toda la parafernalia de las fiestas decembrinas que, en esta época de crisis mundial, en México adquiere tintes tragicómicos.
Yo no quiero ser aguafiestas (o bueno, no tanto), pero hay decisiones gubernamentales y populares, que rebasan mi comprensión. Considero que, o bien es cuestión genética o pereza para analizar lo que nos pasa, lo que nos lleva como ciudadanos a tolerar decisiones por demás incongruentes, cuando no estúpidas y fuera de tono. Es cierto, no sólo de pan vive el hombre, pero al amparo de este cliché no deberíamos cobijar nuestra mexicanísima idea de que "quién nos quita lo bailado" y ya veremos mañana que hacemos.
En México, la temporada festiva de invierno es un periodo que nosotros llamamos "Maratón Guadalupe- Reyes, que inicia precisamente el 12 de diciembre, día en que se celebra a la Virgen de Guadalupe (patrona de México y Emperatriz de América, como se le ha nombrado) y culmina cuando se parte la Rosca de Reyes, el día 6 de enero, aunque hay gente que alarga el maratón hasta el 2 de febrero, día de La Calendaria, cuando llevan a bendecir, vestidos, los muñequitos que les tocó en suerte descubrir en su pedazo de rosca y, por si esto fuera poco, se ofrece una cena con tamales y atole a quienes no tuvieron esa dudosa fortuna. Entre esas dos fechas, la del 12 de diciembre y el 6 de enero, se tienen las tradicionales "posadas" (15 días de fiesta con velitas, piñatas, letanías, colaciones, aguinaldos, villancicos, etc.), así como las no menos famosas "pastorelas" (representaciones teatrales de la procesión de María y José hacia Belén, el nacimiento de Jesús y el viaje de los pastores para adorarle). Yo no soy católica y no tengo más fe que en el poder de la naturaleza y el del talento creador de la humanidad, pero en futuras entradas les iré contando acerca de estas tradiciones que, desde el punto de vista popular pueden llegar a ser muy interesantes y muy hermosas.
La segunda fue que, al llegar a la plancha del Zócalo y ver los preparativos de instalación de lo que, según el gobierno capitalino, será la "pista de hielo más grande del mundo", me percaté de lo cerca que estamos de experimentar (o sufrir) toda la parafernalia de las fiestas decembrinas que, en esta época de crisis mundial, en México adquiere tintes tragicómicos.
Yo no quiero ser aguafiestas (o bueno, no tanto), pero hay decisiones gubernamentales y populares, que rebasan mi comprensión. Considero que, o bien es cuestión genética o pereza para analizar lo que nos pasa, lo que nos lleva como ciudadanos a tolerar decisiones por demás incongruentes, cuando no estúpidas y fuera de tono. Es cierto, no sólo de pan vive el hombre, pero al amparo de este cliché no deberíamos cobijar nuestra mexicanísima idea de que "quién nos quita lo bailado" y ya veremos mañana que hacemos.
En México, la temporada festiva de invierno es un periodo que nosotros llamamos "Maratón Guadalupe- Reyes, que inicia precisamente el 12 de diciembre, día en que se celebra a la Virgen de Guadalupe (patrona de México y Emperatriz de América, como se le ha nombrado) y culmina cuando se parte la Rosca de Reyes, el día 6 de enero, aunque hay gente que alarga el maratón hasta el 2 de febrero, día de La Calendaria, cuando llevan a bendecir, vestidos, los muñequitos que les tocó en suerte descubrir en su pedazo de rosca y, por si esto fuera poco, se ofrece una cena con tamales y atole a quienes no tuvieron esa dudosa fortuna. Entre esas dos fechas, la del 12 de diciembre y el 6 de enero, se tienen las tradicionales "posadas" (15 días de fiesta con velitas, piñatas, letanías, colaciones, aguinaldos, villancicos, etc.), así como las no menos famosas "pastorelas" (representaciones teatrales de la procesión de María y José hacia Belén, el nacimiento de Jesús y el viaje de los pastores para adorarle). Yo no soy católica y no tengo más fe que en el poder de la naturaleza y el del talento creador de la humanidad, pero en futuras entradas les iré contando acerca de estas tradiciones que, desde el punto de vista popular pueden llegar a ser muy interesantes y muy hermosas.
El gobierno de la ciudad, por estas fechas, realiza una serie de programas tanto para celebrar la época navideña, como para apoyar a ciertos grupos sociales que, durante la temporada invernal, llegan a tener problemas serios. Como, al parecer, la lírica gubernamental es bastante barroca, uno de los programas se llama "En época de frío, calor humano", o algo así. El programa consiste en la instalación de 16 albergues, donde se da refugio a los indigentes y se les ofrece, además de comida y bebida caliente, un lugar donde pernoctar (un catre y una manta) y ropa de abrigo (una chamarra, o cazadora o chupa como le llamen ustedes).
Y dirán que este programa es bueno, con lo que estaría de acuerdo con ustedes si no fuera porque de ahí parte, precisamente la incongruencia: mientras el programa se limita a 16 albergues (insuficientes para la población a la que se pretende beneficiar) y sólo durante la época invernal, el gobierno capitalino le ha dado por instalar en la lancha del zócalo, lo que llaman la "pista de hielo más grande del mundo" (¡ah, esos complejos bananeros!)
Marcelo Ebrard (del PRD), gobernador de la Ciudad de México, es a decir de muchos, el próximo "presidenciable" junto con Peña Nieto (del PAN), una vez que termine Calderón su periodo . De militancia perredista, un partido que se dice de izquierda (y lo era, aunque como están las cosas ahora ya ni se sabe), Ebrard obtuvo el puesto de gobernador mediante una votación impresionante que lo situaron muy por encima de sus contendientes.
Carismático e inteligente, ha realizado obras públicas de gran importancia para la ciudad pero, ese maldito "pero" que proviene del deseo de irse por la "grande" (la silla presidencial), también ha caído en medidads "populacheras" que, además de costar dinero que no tenemos o que pudiera aprovecharse en otro tipo de cuestiones que deben resolverse urgentemente, se gasta en artículos que ni son de primera necesidad, ni duran lo mismo que, por ejemplo, un puente o un proyecto educativo. Ya instaló, en verano, una serie de playas artificiales y, desde el año pasado, la pista de hielo en el zócalo. Y sí, seguro que quien, después de hacer fila 3 o 4 o más horas, ha podido entrar y ponerse un par de patines para disfrutar media hora de esa instalación, la medida le resultará simpática y altamente disfrutable, y quizá se sienta muy agradecido con Ebrard y con el partido de los pobres. Después de todo, el uso del tiempo libre y el poder divertirse son derechos que hay que ejercer. Cierto, pero habría que ir más allá y documentar, tanto el optimismo como el pesimismo, por llamarlo de alguna manera. Esto es lo que decían los periódicos, antes del 29 de noviembre, fecha en la que se inauguró la instalación:
"Será el sábado 29 de noviembre cuando las autoridades del gobierno capitalino inauguren la pista de hielo más grande del mundo en la plancha del Zócalo capitalino, de 3 mil 200 metros cuadrados que diariamente recibirá hasta 14 mil visitantes. Para los menores se instalará una zona de nieve natural de 400 metros cuadrados donde podrán jugar hasta por 50 minutos y fabricar muñecos de nieve. La capacidad diaria de esta área será de 5 mil pequeños. Asimismo, para toda la familia se colocará una estructura metálica que formará un tobogán con nieve natural de 6 metros de alto y 39 de alto. Ayer, el gobierno capitalino anunció el programa de invierno 2008-2009, que contará con la presencia de espectáculos internacionales de patinaje artístico, estrellas nacionales de patinaje, un nacimiento viviente y un festival de pastorelas en el Centro Histórico.
El Zócalo de la ciudad también se vestirá de verde y rojo con un árbol de navidad de 50 metros de altura y 20 de diámetro y que en la base será adornado por nochebuenas. Y aunque no dieron detalle de las sorpresas que se esperan en otras demarcaciones, el director del Injuve, Javier Hidalgo indicó que se instalarán dos pistas de hielo en la delegación Tláhuac y el deportivo Los Galeana, en Gustavo A. Madero sin precisar el tamaño de las mismas, las cuales serán inauguradas a la par de la del Zócalo. La pista de hielo permanecerá abierta del 29 de noviembre al 10 de enero de domingo a domingo, y de las 9 a las 20 horas. Al respecto, la secretaria de Cultura, Elena Cepeda, adelantó que durante la inauguración, que se llevará a cabo a las 7 de la noche del sábado 29, los visitantes podrán disfrutar de mosaicos navideños en edificios públicos y fuegos artificiales, al tiempo que se promoverá el patinaje como un deporte nacional. Mientras tanto, Javier Hidalgo, dio a conocer que la próxima semana inicia la capacitación para los futuros instructores de patinaje, los que se encargarán de la entrega de los patines, así como también los que estarán vigilando y ofreciendo servicios de primeros auxilios. Manifestó que hasta el momento se tienen contemplada la participación de tres mil personas del Instituto, que estarán distribuidas en las tres pistas de hielo que se instalarán en el Distrito Federal. Se contará con 2 mil pares de patines de diferentes tamaños y área especial para cambio de los mismos, y casilleros para guardar los zapatos; servicio médico, baños, instructores, gradas para espectadores y show de luces robóticas. Se ofrecerá un kit del GDF que incluye un gorro, guantes y bufanda con la leyenda bordada “invierno en la capital”, con un costo de 100 pesos. La pista de hielo del Zócalo capitalino equivale a dos pistas de hockey tendrá un costo de 4 millones de pesos."
O sea, todo a lo bestia y muy bonito pero...
"El GDF gastará en total 5 millones 600 mil pesos, más el mantenimiento de las instalaciones y el costo de los toboganes. Tendrá una inversión diaria de 19 mil pesos por cada planta de luz, es decir, 2 millones 166 mil pesos por las tres pistas, por el tiempo que dure dicha pista. Un carro para limpiar los espacios tiene un costo de 30 mil dólares y la adquisición de patines adicionales generaría un gasto de 50 euros por par."
Los costos diarios no son especificados y , además, las cifras que se están manejando no incluyen el salario de los trabajadores, técnicos, instructores y policías (mil 320 uniformados apoyados con 47 patrullas) para hacer funcionar la pista, mantenerla y garantizar la seguridad de las personas que acudan a ella. Obviando esta última consideración, habría que detenerse a pensar en muchas cosas... como, por ejemplo:
- La cantidad de zonas, en la Ciudad, que sufren por desabasto de agua desde hace mucho tiempo (iztapalapa y Tláhuac, por ejemplo).
- El gasto de energía eléctrica, así como el cuidado que deberíamos de tener respecto al ahorro de energía. Y a mí me da lo mismo aquello de que, según ellos, este año se han ahorrado 2 millones de pesos en la iluminación navideña
- Los proyectos culturales que, en verdad, beneficiaban a la población y que por "falta de fondos" han desaparecido. O aquellos que no han podido llevarse a cabo, por la misma razón que aducen los responsables de soltar los dineros.
- Las áreas de la ciudad donde, la presencia de la policía, es absolutamente necesaria.
-Solo 16 albergues, un catre y una chamarra, para los miles de indigentes, niños de la calle y demás personas que sobreviven, apenas, en la ciudad de México.
Aquello de hacer al patinaje en hielo, deporte nacional, ni siquiera lo voy a comentar, en vista del apoyo que realmente dan a los deportistas nacionales, apoyo que se traduce en la ausencia de resultados (excepto, claro está, por los atletas en las olimpíadas especiales que, sin apoyo alguno, si que ganan medallas y tienen presencia internacional)
No sé, se me ocurre que, en tiempo de crisis, esta instalación es una bofetada para la población de una ciudad que, además del desempleo y la delincuencia, tiene que sufrir la mal prestación de servicios públicos. Y, además de la bofetada, para quienes votamos por Ebrard, esto es una puñalada trapera (por la espalda, digamos), no solo por el dispendio que se está haciendo, sino también porque tendremos que sufrir aquello de "te lo dije" de aquellos que votaron por otro partido... lo cierto es que, como diría un amigo mío, México no merece una izquierda tan pendeja, y yo no sé, de seguir las cosas como están, por quién carambas se podrá votar en las próximas elecciones, si todos nos están saliendo "ranas".
O que se lo pregunten a las personas de las fotografías que les he puesto aquí , que seguro irán a contribuir con su cubeta de agua, para la nieve artificial, o venderán sus chamarras para poder comprarse el Ebrard-Pack de gorritos y bufandas, a sólo 100 pesitos.
Pero eso sí, la nuestra, es la pista más grande del mundo...otro récord para acumularse con el de la estupidez humana.
2 comentarios:
Una excelente entrada que pone el dedo en la llaga. ¿Cómo podemos seguir derrochando el dinero si a nuestro alrededor la pobreza va creciendo?
Creo que lo que expones ocurre en todas partes. Aquí se utiliza la expresión "mirar el duro y tirar cinco pesetas". Está bien la inversión en ocio, además de politícamente correcta, vende mucho. Pero es intolerable cuando hay necesidades básicas que cubrir.
Un beso.
Soledad.
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