MUSICA

lunes, 8 de julio de 2013

Desvencijada

Yo no creo en presagios y, sin embargo, llevo unos días sintiéndome "desvencijada" y con urgente necesidad de despedirme, de cerrar ciclos, de reconciliarme y ofrecer disculpas a ciertas  personas, de recuperar y mantener a otras. Tendrá que ver el que, parece, mi salud me está jugando una mala pasada y el que, por otra, se me vayan acumulando ciertos recuerdos y circunstancias...

Por ejemplo, recientemente recordé un reproche que me hicieron hace muchos años: " tu orgullo hace que deseches a las personas, sin considerar si lo bueno pesa más que lo malo...y sigues delante como si lo pasado no fuera significativo".

Con toda sinceridad,  no considero que haya sido nunca así...solo que realmente no importa cuando me detengo a considerar que ésa impresión causé en alguna persona y que, a causa de ésto, se haya sentido lastimada.

Las relaciones se construyen paso a paso, construyendo los cimientos de la confianza, la empatía y el cariño...pero a veces cuesta, mucho, liberarse de estrategias antiguas (lo he dicho siempre, me sabotean). Me ha pasado, muchas veces, lo que a Sabina: "Los besos que perdí, por no saber decir, te necesito”...he tenido que ser "fuerte", con esa fuerza aparente que el miedo viste para disfrazarse.

Yo provengo de una familia que habla mucho, que es muy "para afuera", que no se guarda nada... parecemos  enemigos del silencio, y a veces esto de ser tan afuera es difícil de soportar para otras personas. Mi familia uno de mis asideros (los otros dos, mi optimismo y mis amistades) Pero en estos momentos, mi  se encuentran tan o más confundidas que yo y, acostumbradas a verme siempre bromeando,  si me ven mal, se provoca tal caos que, en estos momentos, me resulta imposible.

Sí, me siento desvencijada y mi estúpido optimismo (o pesimismo ilustrado que alguien me lo dijo también) tampoco me está funcionando mucho como asidero...El otro asidero importante son mis amigos y, como no sé administrarme con ellos, uno,  inconscientemente, me ha estado pegando una paliza... no encuentro la manera de hacérselo saber sin ofenderlo, de nuevo, para hacerle saber que mi manera de necesitarle es conversar con él sin sentir que piso entre guijarros. Miren si será curioso que yo, cuando saludo, siempre doy un abrazo, que se sienten bien en cualquier momento. El cuerpo tiene un lenguaje que, a veces, los oídos no comprenden o no escuchan. y, con el tiempo, he aprendido que, a la gente, no la abrazan lo suficiente.

Aquí, en este risco donde me han leído docta, enfadada, indignada y triste, confieso que me siento desvencijada y necesito de ese abrazo que me daban  sus conversaciones.

Este tren desvencijado
ha visto estaciones nuevas y viejas
paisajes agrestes
lagos placidos
barrancos y valles
detiene su viaje  a placer
sin lógica ni tiempo
fantasmas de  amores extraviados viajan en el
sigue su rumbo destino al sur
siempre al sur
ahí se encuentra la ultima estación
cubierta de velos y misterios
hierro y madera oxidados
al cruzar el arco principal
se trasforman en novedad
y el alma lo aborda sin traer boleto
en la estación del delirio
se confunden realidad y fantasía
fantasmas y trenes bailan
se cruzan
se abordan
se encuentran


"Este tren desvencijado" Amanda Covarrubias Martinez


jueves, 4 de julio de 2013

PARA UN AMIGO...

Esto escribía de ti hace un año: No va a castigarme con silencio, rechazo, indiferencia, por decir lo que siento. No va a dejarme trocitos de ilusiones que recoger, ni lagrimas que tragar, ni penas que ocultar, ni alegrías que fingir, porque nunca antepone el orgullo a la empatía; también tiene su historia y sus cicatrices pero no por ello deja de soñar.  

Hoy, a la distancia, y después de pasar por el desencuentro que tú y yo conocemos y que siento como una pérdida que me oprime el pecho, vuelvo de nuevo a escribir, con la esperanza de que recojas esta botella que lanzo al mar cibernético.

 En estos días me he desgranado a palabras: tú sabes desde que nos conocemos que no me manejo bien en el silencio, que me confunde, que me hace sentir perdida y triste. He desnudado mi alma contigo, te he puesto en las manos secretos que a nadie más he contado porque confío en ti y, ahora que se exactamente lo que siento, sigo pensando que en ese noble corazón que he tenido la fortuna de conocer, no cabe el orgullo. Creo que lo que hemos invertido en esta amistad no ha sido en vano, ni el tiempo se ha perdido que, como alguna vez me dijo alguien a quien también quise mucho "este azar de la vida no fue para darse la espalda sino para mirarse a los ojos".

En este desencuentro lo que me ha dolido más es sentir que perdí ésa confianza absoluta que antes me tenías: ha pasado mucha agua entre nosotros, muchos malos entendidos, pero nunca he cerrado mi puerta  porque darte mi tiempo, confiar en ti, querer seguir conversando de nuevo no ha sido ni es un sacrificio. Me parece que, desde aquella primera vez, cuando no nos conocíamos tanto y me echaste como ahora, fuímos construyendo con mucho esfuerzo mutuo, los cimientos de una amistad de ésas que trasciende el tiempo y la distancia.  Hablar contigo solo cuando te necesite me parece mezquino de mi parte y, además, tú sabes que no lo haría porque no soy de las que quiera aumentar, con mis problemas, las viscisitudes que creo adivinar  estás pasando a veces. Me atreví en el último correo, porque tenía miedo y buscaba tu frase certera, tu mirada limpia, tu objetivo análisis. No supe explicarlo y lo lamento mucho, no te imaginas cuanto.

Y lamento que la razón por la que estamos pasando ésto, sean  un montón de palabras que, aún sin mala intención, te hicieron recordar otro mal entendido que yo creía resuelto y que ahora veo no fue así. Me hubiera gustado saberlo y hablar al respecto, ofrecer una disculpa y hacer un pacto contigo que sabes que no rompería por nada del mundo porque, a pesar de mis enfados, sería incapaz de hacer algo que te dañara tan profundamente como presiento que ha pasado esta vez.

Respecto a ti , como tú decías de mí hace algún tiempo (y entonces quizá no lo entendí): así como eres me gustas, no pretendo que cambies nada y no me gustaría dejarte ir tan fácilmente. No sé que crees que vas a encontrar en mis ojos, ni la intención que  parece piensas llevan mis últimos mensajes, que te hacen querer cerrarme la puerta y dar la espalda. No hace mucho he perdido a un amigo debido a una enfermedad terrible. Perderte a ti por un mal entendido, en medio de un año de tantas difíciles renuncias, me tira al piso, me hace sentir desolada.


¿Recuerdas que alguna vez hablamos sobre las segundas y hasta  terceras oportunidades? Dijimos que todo mundo las merecía sin traer, del pasado, lo que ya se había hablado. Yo sigo pensando lo mismo, sigo dejando, como la primera vez, mi puerta abierta y, aunque enfadado en este  momento parezcas duro e inflexible yo sé que no lo eres, por éso mantendré la esperanza de que, algún día, me brindes esa oportunidad: para comenzar de nuevo sin dudas, resquemores o falsas expectativas; contándonos nuestras cosas, riéndonos de cuando en cuando, tomando café como amigos de mucho tiempo...como antes en esas interminables charlas que extraño grandemente.


Mi corazón va abrazando al tuyo  SIEMPRE, mi buen amigo.


miércoles, 3 de julio de 2013

MORIR ES ALZAR EL VUELO SIN ALAS, SIN OJOS Y SIN CUERPO.(Elías Nandino)

Eres un cabrón, con lo mucho que me cuesta decir adiós. Me dejas sola, llorando a "nuestro muerto mutuo", como decías cada lágrima de mayo que derramábamos juntos. Me dejas precisamente cuando más se te requiere, como el vago que siempre fuíste. Me condenas a recordarte, canalla, no en medio de la risa tonta con la que paseamos las calles sino entre guijarros, sin la mano fuerte que me sostenía en todas las crisis, sin el abrigo de todos los inviernos. Y no vengas ahora a decirme que ya pasará, con el tiempo: el duelo lo estudiamos juntos ¿recuerdas? Lo vivimos paso a paso, cada mayo y cada enero: bebiendo ese trago amargo que nos unía en el silencio de llanto eterno.

Hay que ser H-I-J-O  D-E  P-U-T-A  para tenerme ahora escogiendo si voy de negro o si, haciéndote caso, de colores a tu vuelo ¡Coño! Si entre nosotros no hay paraíso eterno, ni vida después de la muerte, ni sobrenaturales deseos...¡Por San Marx que no lo creo! Te has atrevido a ponerme indefensa en el deseo de una fe para agarrarme, temerosa, de un clavo ardiendo.
¿Y ahora qué,  grandísimo necio, debo agradecer lo que has hecho en este tiempo? Cobijarme en tu mirada; soportar mis desconsuelos; quererme por mis defectos, a pesar de mis virtudes; reconciliarte conmigo no importando el alto precio de entender la complicada vida que llevo.
Esta vez no te perdono: recordaré discusiones, mal entendidos, estruendos. Trataré de convencerme de que no eres mas que egoísta, cruel, duro, soberbio, frío, manipulador, chantajista, insoportable, inflexible, vil, idiota. Voy a aferrarme al reproche de que nunca agradeciste el que estuviera pendiente de ti mientras mi barca hacía agua, mientras me costaba entender y ajustarme a un escenario nuevo e ibas asestándome golpes con cada palabra de hielo. La muerte no te hace ni más bueno ni más digno, mucho menos te ha hecho perfecto.

 Espera no, no puedo,  porque estabas vulnerable, como yo, con mucho miedo. Porque a pesar de lo mucho que peleamos, ofendidos, entre nosotros y sin orgullos hay perdón generoso a los yerros. No hemos sido más que humanos, construyéndose en el tiempo; hermanados en la lucha, en el llanto, en  fracaso y desconsuelos; en la risa y en la luz traviesa que achispaba las miradas cuando  hablábamos entre proyectos.

"¡Escribe!"- me lo dijiste- desde el llanto y del dolor; desde el entusiasmo y la risa; desde la melancolía y la rabia.

"Escribe"- me lo dijiste. y hoy estoy aquí escribiendo una cadena de lágrimas, disfrazada de recuerdos.

PD: Te voy a echar mucho de menos y me vas a hacer mucha falta, cada mayo y cada  enero,  aunque, cabronamente,  hoy me dejes en silencio.
Las promesas cumplidas y  los secretos guardados, como siempre.... 

Te has muerto y me has matado un poco. Porque no estás, ya no estaremos nunca completos, en un sitio, de algún modo. (Jaime Sabines).