
En el centro histórico de Puebla, cerca del Callejón de los Sapos, se encuentra "La Pasita", una licorería-bar-cantina muy peculiar y de gran tradición. Fundada en 1916, por Emilio Contreras Aycano, su especialidad son los licores de fruta destilados artesanalmente. El licor estrella es, precisamente, la "pasita" que está fabricado con uva pasa y se sirve acompañado de un trozo de queso y la fruta seca, ensartados en un palillo.

Además de la Pasita existen 22 diferentes tipos de licores, con nombres por demás alegóricos: Sangre de Bruja, Espuelas de Charro, China Poblana, Crema a Go-Go, Un Calambre, Sangre de Artista, Limón, Infierno verde, Itamo p'al Pulmón, Angelópolis, Sangre de Diablo, Sangre de Artista , Fantasma, Piña Helada, Almendra y Rompope. Las bebidas se sirven en tres niveles: principiantes, intermedios y profesionales.


Para quienes han querido descifrar la fórmula secreta de la "pasita", los generosos dueños les ofrecen la "receta secreta"... en un papel, escrita en letra tan pequeña, que ni con lupa se puede descifrar (¡Ah estos poblanos!).
En "La Pasita", escuché la Leyenda de "Los vecinos"..y me van a perdonar los poblanos si no la cuento detalladamente, pero después de tres "pasitas" ...¡Qué esperaban!

En México la mayoría de las lujosas casas coloniales, andando el tiempo, se transformaron en conjuntos habitacionales donde, por regla general, se fueron instalando familias de pocos recursos, habitando tanto las salas principales, como aquellas destinadas antiguamente para la servidumbre. A este tipo de conjuntos habitacionales, se les llama "Vecindades".
Hace mucho tiempo, habitaban una vecindad poblana varias familias, unas con mejores condiciones económicas que otras.
Algunas pasaban hambre mientras que otras, gente poco compasiva e indiferente, preferían tirar la comida (por tenerla en abundancia) en las alcantarillas, que calmar el hambre de los menos afortunados.
Cierta noche, el sueño huyó de uno de los padres de familia, debido a la preocupación por conseguir trabajo que le permitiera alimentar a sus seres queridos. De repente, al somarse a la ventana, observó como una piara se acercaba a la alcantarilla para comer y, después de saciar su hambre, se retiraba del lugar. El hombre, curioso, decidió averiguar el misterio sobre el lugar de dónde provenían los cerdos. Así, la siguiente noche vigiló la alcantarilla y, cuando la piara se retiraba, salió el a la calle y los siguió para ver a dónde se dirigían.
Su sorpresa fue mayúscula cuando se dió cuenta que, los cerdos, se encaminaban a casa de las familias ricas y que, al llegar a la puerta, se transformaban en las personas que ahí habitaban. Tal era el castigo por su egoísmo y falta de solidaridad.
La historia no dice si, arrepentidos, aprendieron la lección y comenzaron a compartir...pero creo que a muchos les está haciendo falta una lección similar.
Hace mucho tiempo, habitaban una vecindad poblana varias familias, unas con mejores condiciones económicas que otras.
Algunas pasaban hambre mientras que otras, gente poco compasiva e indiferente, preferían tirar la comida (por tenerla en abundancia) en las alcantarillas, que calmar el hambre de los menos afortunados.
Cierta noche, el sueño huyó de uno de los padres de familia, debido a la preocupación por conseguir trabajo que le permitiera alimentar a sus seres queridos. De repente, al somarse a la ventana, observó como una piara se acercaba a la alcantarilla para comer y, después de saciar su hambre, se retiraba del lugar. El hombre, curioso, decidió averiguar el misterio sobre el lugar de dónde provenían los cerdos. Así, la siguiente noche vigiló la alcantarilla y, cuando la piara se retiraba, salió el a la calle y los siguió para ver a dónde se dirigían.
Su sorpresa fue mayúscula cuando se dió cuenta que, los cerdos, se encaminaban a casa de las familias ricas y que, al llegar a la puerta, se transformaban en las personas que ahí habitaban. Tal era el castigo por su egoísmo y falta de solidaridad.
La historia no dice si, arrepentidos, aprendieron la lección y comenzaron a compartir...pero creo que a muchos les está haciendo falta una lección similar.

Para algunos se trata de un homónimo, y existen algunos estudios que pretenden demostrarlo. Pero los poblanos tienen, incluso, una placa en la calle donde, de acuerdo al mito, Guierre de Cetina encontró la muerte mediante una puñalada que le dió un rival de amores.
La historia que cuentan, es la siguiente:
La amante de los ojos claros
(fuente: PUEBLA CAPITAL)
En el siglo XV, en la Puebla de los Ángeles, atrás del Convento de Santo Domingo, vivía una mujer hermosa por sus pupilas claras. Esta mujer, estando ya casada, nunca se había enamorado, por ello en sueños esperaba al caballero que mereciera su encanto.
Una mañana, al salir de misa el hombre soñado llegó a su vida. Era un joven de postura arrogante llamado Gutierre de Cetina, sevillano de origen, noble y de acomodada familia; soldado, más en peregrinación apasionada que guerrera, y que antes de su llegada a la Nueva España había seguido a la corte por toda España, Italia y Alemania; además estaba familiarizado con los clásicos latinos.
Al contemplar a doña Leonor de Osma, el caballero no pudo resistir al encanto de tanta belleza y calló enamorado. Trató de conquistarla con frases y versos de amor que le hacía llegar mediante su servidumbre, con lo cual la dama sabía que su alma se consumía ante sus bellos ojos. Sin embargo la bella dama no le contestaba a sus cartas y cuando lo hacía alegaba su condición de casada, oponiendo murallas ante el ataque de amor, sabiendo que éste se complacía en derrumbarlas.
El caballero nunca se sintió derrotando e intentó seguir concertando una cita. Llegó el momento en que doña Leonor de Osma decidió aceptar la cita y se dejo ver a los ojos del enamorado caballero desde su balcón, envuelta en finísimo velo blanco, como si la luna misma bajando del cielo, viniera a ceñir la magnífica escultura de su cuerpo.
Se dice que sus amores eran apasionados; pero la galante cortesanía de la época, sabía ocultar la intensidad de estas pasiones. Eran felices el caballero y la dama bajo el milagro oriental de este claro cielo de la Puebla de los Ángeles.
Mas, como la dicha es fugitiva y la felicidad incierta, sucedió que aquella noche, primero de abril de 1554, en que la dama esperaba soñando a su apuesto amado, después de que este hubo llegado y cuando se encontraban en su amorosa conversación , la fatalidad, encarnada en un cobarde, llegó calladamente. Bajo el miedoso temblar de las estrellas, estremecidas de horror, el puñal de los asesinos cayó una y varias veces en el cuerpo del caballero, del noble Don Gutierre de Cetina, que rodó ensangrentado, y el silencio de aquella noche, propicia al amor y al crimen, se rompió en pedazos por el grito delirante de la dama, la bellísima doña Leonor de Osma.
Y así fue como poco tiempo después a consecuencia de las heridas provocadas en esa noche trágica de abril, terminó la carrera gloriosa de amor y de batallas del hidalgo poeta, don Gutierre de Cetina.
Entre sus bellas composiciones, quedó como un verdadero modelo de ternura, elegancia y distinción el madrigal a unos “Ojos Claros” que fue inspirado por el incomparable fulgor los ojos claros de doña Leonor de Osma.
La historia que cuentan, es la siguiente:
La amante de los ojos claros
(fuente: PUEBLA CAPITAL)
En el siglo XV, en la Puebla de los Ángeles, atrás del Convento de Santo Domingo, vivía una mujer hermosa por sus pupilas claras. Esta mujer, estando ya casada, nunca se había enamorado, por ello en sueños esperaba al caballero que mereciera su encanto.
Una mañana, al salir de misa el hombre soñado llegó a su vida. Era un joven de postura arrogante llamado Gutierre de Cetina, sevillano de origen, noble y de acomodada familia; soldado, más en peregrinación apasionada que guerrera, y que antes de su llegada a la Nueva España había seguido a la corte por toda España, Italia y Alemania; además estaba familiarizado con los clásicos latinos.
Al contemplar a doña Leonor de Osma, el caballero no pudo resistir al encanto de tanta belleza y calló enamorado. Trató de conquistarla con frases y versos de amor que le hacía llegar mediante su servidumbre, con lo cual la dama sabía que su alma se consumía ante sus bellos ojos. Sin embargo la bella dama no le contestaba a sus cartas y cuando lo hacía alegaba su condición de casada, oponiendo murallas ante el ataque de amor, sabiendo que éste se complacía en derrumbarlas.
El caballero nunca se sintió derrotando e intentó seguir concertando una cita. Llegó el momento en que doña Leonor de Osma decidió aceptar la cita y se dejo ver a los ojos del enamorado caballero desde su balcón, envuelta en finísimo velo blanco, como si la luna misma bajando del cielo, viniera a ceñir la magnífica escultura de su cuerpo.
Se dice que sus amores eran apasionados; pero la galante cortesanía de la época, sabía ocultar la intensidad de estas pasiones. Eran felices el caballero y la dama bajo el milagro oriental de este claro cielo de la Puebla de los Ángeles.
Mas, como la dicha es fugitiva y la felicidad incierta, sucedió que aquella noche, primero de abril de 1554, en que la dama esperaba soñando a su apuesto amado, después de que este hubo llegado y cuando se encontraban en su amorosa conversación , la fatalidad, encarnada en un cobarde, llegó calladamente. Bajo el miedoso temblar de las estrellas, estremecidas de horror, el puñal de los asesinos cayó una y varias veces en el cuerpo del caballero, del noble Don Gutierre de Cetina, que rodó ensangrentado, y el silencio de aquella noche, propicia al amor y al crimen, se rompió en pedazos por el grito delirante de la dama, la bellísima doña Leonor de Osma.
Y así fue como poco tiempo después a consecuencia de las heridas provocadas en esa noche trágica de abril, terminó la carrera gloriosa de amor y de batallas del hidalgo poeta, don Gutierre de Cetina.
Entre sus bellas composiciones, quedó como un verdadero modelo de ternura, elegancia y distinción el madrigal a unos “Ojos Claros” que fue inspirado por el incomparable fulgor los ojos claros de doña Leonor de Osma.
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a quien os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tomentosos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos
más bellos parecéis a quien os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tomentosos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos
8 comentarios:
Cómo me gusta lo de la Pasita: me encantan estos lugares típicos, que tienen personalidad y no se pueden confundir. Lamentablemente, cada vez quedan menos en España, uniformados todos para que todos los lugares sean iguales.
Hola Pedro
Pues por acá van quedando pocos , por lo de uniformarse pero también por cuestiones económicas. Lo ventaja de La Pasita es que, es tan poblana, como la china y los camotes, que difícilmente los poblanos permitirán que cierre algún día.
Besos
¡Qué suerte tienen los componentes de esta Tuna por tenerte como Amiga y vice versa..!
Siempre me quedo enganchada leyendo tus Entradas, Lupita, y como no, salgo encantanda... te voy a confesar que me he tomado mis "Pasitas" tambien...y que intentaré encontrarlas en algún comercio de por aqui...
De las leyendas que te puedo decir... que cada vez me apasionan más..
Besitos muchos y cariñosos y apapachos... mi Niña Linda.
Lugar agendando si es que alguna vez visito tus tierras. Esos lugares tan típicos suelen ser especiales. Como tus leyendas!!
Besos amiga
En mi ciudad, existen todavía "bares" con historia -aunque cada vez menos-.
Nos haces saborear Puebla de tal forma... que ya me están dando muchas ganas de "cruzar el charco" y visitarla.
Un beso.
Soledad.
Definitivamente México será uno de mis destinos. ¡Qué gusto leerte y recrearse por tus historias y geografías!
Besos,
Migdalia
Gracias Migdalia y, si te animas, será un gusto muy grande recibirte por estas tierras.
Muchos besos
Pues si esta muy buenas las Pasitas, pero muy caras. La verdad es que don Emilio ya se la jala con sus precios.
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