Calaca, huesuda, dientona, flaca, pelona, catrina...estos son algunos de los epítetos que los mexicanos usamos para nombrar a la muerte. Y para "morir"tenemos, entre otros, aquello de : estirar la pata, colgar las chanclas (o zapatos viejos), ser llevado por patas de cabra, pelarse (pa´l otro mundo), petatearse (por el petate, tejido de palma que se usa, todavía, como colchón en algunas regiones pobres del país y que era utilizado por los antiguos pobladores mexicanos como sudario en los entierros). Todas estas expresiones nos permiten jugar, hacer versos, refranes o canciones. Hecha de azúcar, chocolate o pan, nos la comemos con su buena jarra de atole. De cartón, la golpeamos para recibir los "bienes", que lleva encerrada en su panza-piñata. De papel picado, adorna los altares y también de papel, y tinta, acuarelas u óleos, nos sirve para representar, irónicamente, la sociedad y la política de nuestro país. " El desprecio, el miedo y el dolor que sentimos hacia la muerte se unen al culto que le profesamos. Es decir, que la muerte puede ser una venganza a la vida , porque nos libera de aquellas vanidades con las que vivimos y nos convierte, al final, a todos por igual en lo que somos, un montón de huesos". (Fuente: ORIGEN DIA DE MUERTOS )
El Día de muertos en México, declarado por la UNESCO como "Obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad", es una de esas tradiciones milenarias que definen y explican los sincretismos de nuestra cultura actual.
ORIGEN DE LA CELEBRACIÓN
El culto a la muerte, en México, proviene de, al menos, el año de 1800 a.C. , siendo las ceremonias rituales un aspecto importante dentro de la cosmogonía de las culturas mesoamericanas. Dentro del calendario mexica (meshica), 8 de los 18 meses que lo componían, estaban relacionados con festividades en honor a los muertos: el quinto, llamado Toxcatl (Tocscatl); el noveno llamado Tlaxochimaco (tlasochimaco), mes de los muertos chiquitos (niños) que el décimo mes llamado Xocolhuetzin (shocolgüetzin, o de los muertos adultos); el onceavo mes denominado Ochpaniztli; el siguiente llamado Teotleco; el treceavo mes, Tepeilhuitl (tepeilgüitl) dedicado a las personas ahogadas; Quecholli festejaba a los dioses del "infierno", en estas fiestas hay referencias de rituales sobre los sepulcros. Cabe mencionar que esta festividad coincide en fecha con la de Todos Santos y los Fieles Difuntos del calendario cristiano. Por último está el mes de Panquetzaliztli el cual coincidía con el solsticio de invierno.
Los antiguos mexicanos creían que la vida de los hombres estaba constituída por tres fluídos: el Tonalli (Tonali) localizado en la cabeza; el
Ihiyotl, asentado en el hígado; y el Teyolía, cuyo centro era el corazón. Al morir, estos tres elementos se separaban. Entonces, el Teyolía o alma, tenía la posibilidad de ir a tres regiones, localizadas más allá del mundo real, en atención a la forma en que se había muerto o al grupo social de pertenencia. El lugar denominado Mictlán era el de los muertos descarnados o inframundo, un lugar poco favorable donde se iban las almas no elegidas por los dioses, quizás por eso los españoles le dieron la traducción de infierno. Este lugar estaba conformado por nueve planos o pisos terrestres los cuales eran recorridos por los difuntos para poder llegar al noveno y último piso, que era el lugar de su eterno reposo denominado "obsidiana de los muertos". El segundo lugar llamado Tlalocan o "paraíso de Tláloc". El tercer lugar estaba conformado por Cihuatlampa (Ciguatlampa) y Mocihuaquetzque (Mociguaquetsque), también conocido como cielo, ya que los difuntos iban donde se encuentra el sol. Se pensaba que tenían que pasar cuatro años del deceso para que el muerto llegara al noveno inframundo y alcanzara el descanso definitivo. Por esta razón, en los entierros, los antiguos mexicanos rodeaban a sus muertos con todas las pertenencias que pensaban les serían útiles en el viaje a su destino final. De acuerdo a la manera de morir el alma encontraba su destino: al Tlalocan, paraíso del dios de la lluvia (Tlaloc) iban aquellos que morían ahogados, los hidrópicos o los que eran ofrecidos al dios; acompañaban a Huitzilopochtli (dios del sol), las mujeres muertas en el parto y los guerreros muertos en combate o en la piedra de los sacrificios mientras que, al Mictlán, iban quienes fallecían los que morían por cualquier otra causa. La estancia en cualquiera de estos lugares, así como la muerte, estaba desprovista de conceptos morales de "bueno o malo". La muerte simplemente era algo que sucedía y su representación estaba obligada en cualquier acto social o cívico, así como en el respeto y la celebración de sus muertos.
Con la llegada de los españoles, específicamente durante la Colonia, los evangelizadores introdujeron festejos católicos , transformando las ideas religiosas indígenas. Aprovechando la coincidencia de fechas se siguieron celebrando antiguos ritos, aunque sustituyendo las deidades prehispánicas. Así, se establece la celebración de los Fieles Difuntos, conservando el concepto de "vida después de la muerte", pero se sustituyen los tres lugares mexicas, por los dos tradicionales de la religión católica: el cielo y el infierno, con toda la carga moral que esto representa. Las nuevas fechas para esta celebración se trasladan al Primero (día de los muertos niños o santos inocentes) y 2 de noviembre (día de los muertos adultos).
LA CELEBRACIÓN ACTUAL
La celebración del Día de Muertos, en México, no tiene un carácter homogéneo ya que adquiere variantes rituales, de acuerdo a la región o grupo social que la lleve a cabo. Sin embargo, hay ciertas prácticas comunes: la bienvenida y despedida de las ánimas, la colocación de ofrendas para los muertos, el arreglo de las tumbas, la velación en el cementerio y la celebración de oficios religiosos.
En algunas comunidades, los preparativos comienzan desde el 15 de mayo, con la siembra de la flor de cempasúchitl (o clavel de las indias), que es una florecita de color amarillo encendido o anaranjada, cuyo peculiar olor nos recuerda que es el tiempo de colocar las ofrendas en los altares domésticos. En la preparación de la ofrenda interviene toda la familia.
Las ofrendas contienen diferentes elementos, como: el arco de carrizo de varas o caña adornado; la flor de cempasuchitl; las velas o luces; el copal; una cruz o algún santo; alfarería o cerámica funeraria ornamental; comida y bebida, entre otras cosas. Los altares, donde se colocan las ofrendas, pueden ser muy sencillos con la fotografía del muerto que se supone regresará en la noche, a disfrutar de lo que en vida le gustaba: cigarros, panes, tequila, dulces, guisos, etc. Otros altares son realizados según la tradición, donde se establece que el altar debe de constar de 7 niveles o escalones que representan los 7 niveles que tiene que pasar el alma de un muerto para poder descansar. Estos altares se realizan generalmente en lugares donde exista un espacio grande donde pueda caber todo el altar, el cual debe ser barrido con hierbas aromáticas hacia los cuatro vientos un día antes del día de muertos. Primero se construye o fabrica el esqueleto del altar ya sea con cajas de cartón, madera o lo que se encuentre a fin de que queden bien cimentados los 7 niveles, de los cuales el séptimo debe de estar casi a la altura del suelo y sobre él se pone el segundo nivel que es un poco más chico que el primero y así sucesivamente hasta llegar al primer nivel, cada escalón es forrado con tela negra y blanca. Cada escalón tiene un significado y debe contener ciertos objetos en específico:Primer escalón se pone la foto del santo o virgen de la devoción.
Segundo escalón es para las ánimas del purgatorio.
Tercero se pone la sal para los niños del purgatorio.
Cuarto se pone pan llamado "pan de muerto", este pan es adornado con azúcar roja que simula la sangre, se recomienda que el pan sea hecho por los parientes del difunto, ya que es una consagración.
Quinto se pone la comida y la fruta que fueron los preferidos por el difunto.
Sexto se pone la foto del difunto a quien se dedica el altar.
Ultimo se pone la cruz de un rosario hecho de tejocote (especie de níspero) y limas.
Pero además de los altares con sus ofrendas, muchas cosas son también dignas de ver, comer, escuchar y bailar, durante esta celebración. Una intensa labor comercial y de intercambio que es, por mucho, más grande que las celebraciones navideñas, por ejemplo: Los panaderos trabajan frenéticamente, elaborando el pan de muerto, la rosca de la vida, pan cruzado, huesos de manteca, entre otros. Los dulceros hacen lo propio, elaborando las calaveritas de azúcar, que no son otra cosa que dulces hechos de azucar glass, en forma de cráneos, que llevan impreso en la frente el nombre del comprador (ahora también se hacen de amaranto, de chocolate o de una combinación entre ellos). En los mercados encontramos el sabroso dulce de pepita de calabaza, tejocotes, caña, calabaza y todos los ingredientes necesarios para elaborar los platillos que se ofrendan a los muertos y que se comen los vivos, una vez terminada la celebración.
Las comparsas o los mariachis, acompañan a las familias a los panteones, durante la noche de velación, deleitando a los difuntos con sus canciones preferidas y es muy común ver, también, a personas bailando y cenando frente o sobre las tumbas.
Otra costumbre muy extendida, es la de la composición de "calaveritas literarias", que son versos (a manera de epitafios) dedicados a los vivos, ironizando sus virtudes y defectos. Y aún cuando se realizan para bromear con los amigos, su uso como crítica social es muy extendido. Es muy común que, por estas fechas, aparezcan una cantidad de calaveritas dedicadas al presidente y miembros de su gabinete, como a personajes de la televisión o instituciones diversas.
Las llamadas "megaofrendas" se realizan en diferentes ciudades del país. Así, en la ciudad de México, son muy famosas las que se ponen en la Delegación Coyoacán, en el Zócalo de capitalino y en el Museo Anahuacalli (o Museo de diego Rivera) donde, además del tradicional altar, podemos encontrar los grabados de José Guadalupe Posada, el creador de la Calavera Catrina (catrín se les llamaba , durante la revolución, a los "riquillos" "pijos", pretenciosos y afrancesados). Posadas, a través de sus grabados, denunciaba y ridiculizaba a las clases altas , así como daba cuenta de las costumbres de las clases menos favorecidas.
Las celebraciones más famosas, a nivel mundial, se realizan en Michoacán (en el lago de Pátzcuaro, en la isla de Janitzio); en Oaxaca, Yucatán, Veracruz, Puebla. En la ciudad de México, son dignas de ver, las realizadas en Tláhuac, Mixquic y Xochimilco.
Si quieren conocer como se realiza la celebración en la Delegación Xochimilco (Sochimilco), de la ciudad de México, pinchen
AQUI
Y bueno, como en México "hasta el más pelón se hace trenzas", aquí les dejo una calaverita literaria, aparecida en la revista El Chamuco, en su número de octubre (los que puedan adquirirla, háganlo que vienen unas muy buenas de Feli-Pillo Calderón)
Da pa´mucho el dos mil ocho
pues la muerte anda de racha
más de tres mil ya despacha
y sigue duro el sancocho.
Infante, joven o chocho,
varón, dama, gay, eunuco,
no conoce nadie el truco
para salvar el pellejo,
sabio, normal o pendejo
iremos con el chamuco.
Con crisis termina el año
con muertos y torturados
con cuerpos decapitados
y con insufribles daños.
Se arrugan nuestros redaños
de pensar en este infierno;
no quiero entrar al averno
y por miedo alzo la voz:
yo ya no me cago en Dios,
nada más en el gobierno.
PD:
Se me olvidaba, hoy es el cumpleaños de mi hija Megan, así que si no puedo visitar sus blogs es porque ando con todas las manos llenas de merengue del pastel (torta) de cumpleaños. Pero en un rato me escapo a visitarles.