MUSICA

viernes, 6 de marzo de 2009

Ser charro es ser mexicano/ El petate del muerto y una apuesta fatal

Sí, ser charro es ser mexicano y la charrería, como todo lo mexicano, es mestiza y forma parte de la vida campestre del país. Heredero directo del aldeano de Salamanca, e indirecto de los jinetes árabes y moros, nuestro charro tomó su indumentaria transformándola, con el paso de los siglos, en el traje que lucimos orgullosamente y que tanta curiosidad y admiración despierta en el mundo entero.
"El ser charro y el estar en una charreada es ir a otro tiempo y a otro lugar, la charrería no es cuestión de dinero o premios, es cuestión de orgullo, honor y costumbres. El vestirse de charro es cubrirse un instante de siglos de tradición, es un rito en el cual se involucra no solo la persona que usa el atuendo, sino todos los artesanos que se involucran en el proceso: sastres, bordadores, talabarteros, sombrereros..." (Fuente: LA CHARRERÍA).

Durante las primeras épocas de la Colonia, el uso de caballos estaba prohibido para los indígenas y los criollos, sin embargo la expansión de la ganadería provocó que tal prohibición se levantara puesto que eran, precisamente, los naturales de la región quienes estaban encargados de las labores del campo y el cuidado de los animales.
Al observar las imágenes de una charreada cabe, inevitablemente, la referencia al Rodeo "americano". Y algo de razón hay en ello, puesto que el rodeo desciende de la fiesta Charra, porque ésta es más antigua pero también porque los Rodeos nacieron con la influencia mexicana, al momento de la apropiación de nuestro territorio, por los vecinos del norte. Es decir, el rodeo es un hijo de la Fiesta Charra.
"El antecedente más remoto de la fiesta charra es brindado por el virrey Luis de Velasco I, en 1560: Fiestas de ochenta a caballo, con jalces y bozales de plata, encerraba setenta y ochenta toros bravísimos y gustaba pasear los sábados por Chapultepec donde tenía toros en un toril muy lindo y los acompañaban cien de a caballo".

La figura del Charro y/o del Chinaco, ha estado presente en cada una de las batallas que conforman nuestra historia, especialmente durante la Revolución: una vez terminadas las Haciendas como unidades económicas, muchos hombres de campo se tuvieron que trasladar a las ciudades pero, añorando sus antiguas costumbres, se organizaron para buscar lugares donde seguir practicando las llamadas "suertes charras". Así que en 1919, en Guadalajara se forma la primera organización formal , llamada "Los Charros de Jalisco"y, posteriormente, se fundan muchas organizaciones que construyeron y acondicionaron los llamados Lienzos Charros. Don Pascual Ortíz Rubio, durante su presidencia (1930), instaura el 14 de septiembre como el Día del Charro y, al traje, como símbolo de nacionalidad. Por su parte, el General Abelardo Rodríguez, también presidente de México, declara a la Charrería como el único Deporte Nacional (1932).

LAS SUERTES CHARRAS

La Charrería, y por tanto la Fiesta Charra (o Charreadas) , tienen tanto sus ceremonias, como reglamentos y lenguaje propio. Es un deporte que involucra a familias enteras: como a quien le gusta el futból, enseña los primeros pases a sus hijos, así el charro involucra a los suyos, desde la más tierna infancia, en el uso de la reata (soga), en el cuidado de los animales, en el ejercicio de las llamadas "suertes charras" y en la participación de competencias, durante las Charreadas. De tal manera que, para ellos, palabras como "lienzo" (el espacio rectangular desde donde corren los caballos hacia el ruedo);"pretal" (un cintillo que se anuda alrededor de animal, por detrás de las patas delanteras); "mangana", "colear, etc, no le son ajenos.

Las Charreadas comienzan siempre con El DESFILE, donde los equipos charros protagonistas de la competencia, entran al ruedo desde el lienzo, al ritmo de la "Marcha de Zacatecas" y se presentan con el público.
Diez son las suertes charras, que se ejecutan en la competencia: cala de caballo; piales en el lienzo; coleadero; jineteo de toro; terna; jineteo de yegua; manganas a pie y a caballo; paso de la muerte y las escaramuzas. Estas últimas son realizadas por mujeres o niñas, montadas al estilo mujeril, lo cual imprime mayor elegancia- y peligro- a las maniobras con la montura. Para que se den una idea de cómo lucen estas suertes, les dejo los siguientes videos:

CHARREADA EN HONOR A PEDRO INFANTE



ESCARAMUZAS


También les dejo una muestra de un arte, practicado por los charros durante las competencias, pero que debido a su gracia hoy conforma un espectáculo propio: EL FLOREO DE SALÓN. Yo he visto este espectáculo, en otra versión: en pareja, donde los dos bailan al centro del floreo siendo , el varón, quien realiza la suerte con la soga. lamentablemente no pude encontrar un video de esta versión.



LA HISTORIA DETRÁS DE LA FRASE: ASUSTARSE HASTA CON EL PETATE DEL MUERTO

"Una sonrisa apenas esbozamos cuando con voz clara alguien dice un refrán charro. Por allá del otro lado de la mesa, otro comensal revira . Crece el ánimo por competir y hacer memoria; entonces, lo que comenzó siendo un comentario gracioso se convierte en un torneo" (Fuente: "México desconocido").

Y así, de estas amistosas competencias, surgen frases que se van incorporando al lenguaje popular:

" Al viejo, un potro; pero al muchacho, caballo viejo"
"Charro sin sarape, ni espuelas, ni cuarta, mal tayo le parta"
"Cualquier sarape es jorongo, abriéndole bocamanga" (poncho en Perú, en México es jorongo)
"Para el hambre la cemita; para las tunas el gancho, para la mexicanita un hombre de sombrero ancho"
"Neblina en el cerro, señal de aguacero, neblina en el llano, señal de verano"
"A caballero nuevo, caballo viejo"

Existe una frase que, aunque solo se escucha hablar en los pueblos muy pequeños, fue parte del lenguaje con el que se criaron nuestros abuelos: "Asustarse con el petate del muerto". Y aunque dicha frase no tiene un origen charro, ha sido muy utilizada, también, en algunas películas mexicanas. La historia, detrás de la frase, nos remonta a la Capital de Jalisco, durante el siglo XVIII:

"Existió en esta Guadalajara, una cofradía llamada de la Santa Vera Cruz, con su iglesia y hospital anexos; en los terrenos donde estuvo ubicada, después se levantó el actual templo de San Juan de Dios; ahí se veneraba la imagen de un Señor Crucificado llamado "de los siete velos", el cual era una copia de la que regaló Carlos V a la archicofradía de la Santa Cruz, de la ciudad de México (fundada en 1526). Por uno de los muchos oficios que hacía la cofradía de la Santa Cruz, salió a relucir la frase "asustar con el petate del muerto", la cual se hizo muy popular entre la gente...

Entre los principales deberes de los cofrades de la Santa Vera Cruz, era uno el asistir a los ajusticiados que morían en el patíbulo; y así, al ser condenado a muerte un reo, se entregaba a los Hermanos cofrades, quienes lo confortaban con frases de consuelo, alentándolo a morir con entereza y corriendo por cuenta de ellos todos los gastos que ocasionaba el sepelio del ajusticiado, inclusive la mortaja y el ataúd.

Con el tiempo, tanto éste como aquella fueron muy humildes por la escasez en que se vieron los Caballeros de la Santa Cruz, que se refiere que ya en el siglo XVIII no proporcionaban a los cadáveres de los muertos en el patíbulo, más que un miserable petate que era llevado procesionalmente del hospital al lugar del ajusticiamiento. "Los espíritus mezquinos que de todo hacen mofa, sin comprender la honda filosofía de aquel acto piadoso, comenzaron no sólo a motejar a los cofrades de Santa Cruz, llamándoles, Caballeros del Petate, si no que cuando veían venir la procesión conduciendo el petate a guisa de mortaja, exclamaban: No me asusten con el petate del muerto. "Frase que salía de los labios de la gente maleante o que estaba en peligro de correr la misma suerte del reo por sus actos facinerosos...... A la consumación de la Independencia, los Caballeros del Petate cambiaron su nombre por el de "Ciudadanos de la Santa Vera Cruz", pero lo que no cambió fue la frase, ya que tomó mucha fama y estuvo muy en boga en todas las reuniones hasta mediados del siglo XIX.
Actualmente es raro escuchar esta frase, pero platicando con gente de mucha edad, me dijeron que "espantar con el petate del, muerto", todavía se utiliza en algunos pueblos de Jalisco y Michoacán (como entre otras partes), es sinónimo de la no cobardía, por ejemplo: · Fulano se quiere pelear conmigo. · Pues adelante, no te asustes con el petate del muerto, golpéalo. · Ve a invitar a Zutana a bailar, · No, es que... · ¡Uy, manito! Tú te asustas hasta con el petate del muerto.


Aquí en Guadalajara, se hacía una ceremonia parecida a la que se daba en la Nueva España en la asistencia de los ajusticiados; consistía en una procesión que salía de la Capilla de la Santa Vera Cruz por la calle Real (hoy Pedro Moreno), "y daba vuelta por la de Tesmo para llegar a la Plazuela de San Fernando...", ahí se amortajaba el reo con un humilde petate en medio de dos filas de cofrades, los cuales llevaban sus hábitos negros y capuchones del mismo color, tomando cada uno con su mano derecha una vela amarilla. De aquí era conducido de nuevo a la capilla, donde lo esperaban los enterradores." (Fuente: GUADALAJARA NET)

UNA APUESTA FATAL

Y uno que no se asustó con el petate del muerto, sino con su propia sugestión, fue aquel joven estudiante que se las daba de muy macho. Esta historia la refieren como tapatía, concretamente de la mexicana Guadalajara. Sin embargo, también la he encontrado en algunas páginas españolas.


"El antiguo Panteón de Belén (inagurado en 1848), fue testigo de un suceso donde un estudiante de medicina perdió el juicio; resulta que antaño, los que estudiaban el arte de curar a las personas, estaban de internos en el Hospital Civil. Pues resulta que un buen día de esos, un entusiasta y valiente estudiante les apostó a sus compañeros, que entraría completamente solo al vecino panteón de Belén a las ocho de la noche, hora en que se daba el toque de ánimas y dizque según decían, que salían los muertos de sus sepulcros.

Para confirmar su hazaña, les dijo que entraría hasta el fondo del corredor y clavaría un clavo, para que sus incrédulos compañeros lo vieran al siguiente día. Todos estaban a la espera del primer clamor de las ocho de la noche, dado por la campana del templo de Belén. Al escuchar el primer campanazo, brincó la barda y entró al campo santo caminando con paso firme y seguro al fondo del corredor, cargando en sus manos un martillo y un clavo.

Cuando llegó al fondo del oscuro corredor cla el puntiagudo metal, pero al retirarse notó que alguien lo detenía; ¡se le heló la sangre!, pues por más esfuerzo que hacía por correr, sentía que una tétrica mano lo tomaba fuertemente del hombro. Quiso gritar pero no pudo, pues un nudo en la garganta se lo impidió, estaba tan asustado y desesperado que se desmayó.

Sus compañeros notando que ya había pasado una hora y no volvía entraron al cementerio para ver que fue lo que le había sucedido a su compañero; lo encontraron tirado en el suelo, pero sujeto a la pared con la capa clavada por el clavo.
¡ Volvió el estudiante en sí, pero despertó completamente loco! ... "
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SI, YA SÉ QUE ES MUCHO ABUSAR DE SU PACIENCIA PERO....

Cuando estaba por terminar la presente entrada, me topé con un bellísimo poema de Don Delfín Sánchez Juárez y que habla, precisamente, de los charros y la charrería . Si no han quedado bizcos con el ladrillo, pueden pasar a leerla en: CAFÉ DE MEDIANOCHE

Por el momento, sigo liada con los duendes cibernéticos y la organización de un Festival (en el que ando de entrometida jejeje), así que lo más probable es que siga escribiendo sólo las leyendas. Pero trataré de hacerme tiempo para , también, ir a saludarles en sus espacios.
Besos y feliz fin de semana

10 comentarios:

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

Buenos dias niña Lupe. Yo pasaba para leerte un ratito pero siempre me pasa igual contigo un ratito no es suficiente Asi que como muchas veces lo haré en etapas. Me he quedado en toda la fiesta que se organiza con los caballos Tiene que ser un latigazo de energia asistir a ella.
Vuelvo a la tarde para seguir leyéndote

Marcelo dijo...

Genial! Mira lo que tenemos por aquí, la doma:
www.TRADICIONGAUCHA.com.ar
El Sitio de la Tradición Gaucha Argentina
NUESTRAS TRADICIONES
FAENAS CAMPERAS



LA DOMA (1768)

JOSÉ MANUEL PERAMÁS



Causa mucho gusto ver domar un potro: no se valen para ello de los ardides Y trazas de nuestros picadores, y lo consiguen con perfección. Suben en ellos sobre una silla que tienen para esto, le sujetan con unas riendas y uno va a caballo a su lado por lo que se puede ofrecer. Bien puede el potro corcobear, brincar y enfurecerse, que no despedirá de su silla al jinete; porque en esto son diestrísimos; y cuando el potro con la furia que lleva corriendo se tira a tierra, no hay que tener lástima al jinete, porque éste siempre en semejantes ocasiones queda en pie. Esto sólo el que lo ve puede admirar la suma destreza de estos hombres. Las sillas, recados o lomillos, como ellos dicen, no son ni tan blandas ni tan airosas como en España; sobre ellas ponen unos pellones en unas como colchitas de poco más de una vara y algo más de largo, bien cargadas de lanas de varios colores; otras sillas hay que debajo de estas colchitas tienen sus cojinillos; pero esto es sólo de los caballeros, no de los peones: éstos usan de unos estribos bien raros, pues son de madera y tan estrechos los agujeros que no caben más que los dedos pulgares, y de la fuerza que hacen, por lo regular los tienen descoyuntados.



LA DOMA (1815)

JUAN PARISH y GUILLERMO P. ROBERTSON



...Después encontramos una manada inmensa de caballos salvajes y el joven Candioti me dijo: "Ahora, señor don Juan, he de mostrarle nuestro modo de domar potros". Así diciendo, se dio orden de perseguir la manada; y otra vez los jinetes gauchos partieron como relámpagos y Candioti y yo los acompañamos. La manada se componía de más o menos dos mil caballos, relinchando y bufando, con orejas paradas, cola flotante y crines al viento. Huyeron asustados desde el momento que se apercibieron de que eran perseguidos. Los gauchos lanzaron su grito acostumbrado; los perros quedaron rezagados, y no fue antes de seguirlos a toda velocidad y sin interrupción en trayecto de cinco millas, que los dos peones que iban adelante lanzaron sus bolas al caballo que cada uno había cortado de la manada. Dos valientes potros cayeron al suelo con horribles rodadas. La manada continuó su huida desesperada abandonando a sus compañeros caídos. Sobre éstos se precipitó todo el grupo de gauchos; fueron enlazados de las patas; un hombre sujetó la cabeza de cada caballo y otro el cuarto trasero, mientras, con singular rapidez y destreza, otros dos gauchos enriendaron y ensillaron a las caídas, trémulas y casi frenéticas víctimas. Hecho esto, los dos hombres que habían boleado los potros los montaron cuando todavía yacían en el suelo. En un momento se aflojaron los lazos que los ligaban y al mismo tiempo una gritería de los circunstantes asustó de tal modo a los potros, que se pararon en cuatro patas, pero con gran sorpresa suya, cada uno con un jinete en el lomo, como remachado al recado, y sujetándolo mediante el nunca antes soñado bocado. Los animales dieron una voltereta simultánea sorprendente; se abalanzaron, manosearon y cocearon, luego salieron a todo correr y, de vez en cuando, en medio de la furia, se sentaban con la cabeza entre los remos tratando de arrojar al jinete. ¡Que esperanza! Inmóviles se sentaron los dos tapes; se reían de los esfuerzos inútiles de los turbulentos y furiosos animales para desmontarlos; y en menos de una hora desde que fueron montados, era muy evidente quién iba a ser el vencedor. Por más que los caballos hicieron lo peor que podían, los indios nunca perdieron la seguridad o la gracia en sostenerse; hasta que, pasadas dos horas de los más violentos esfuerzos para librarse de su peso, los caballos estaban tan cansados que, empapados en sudor, con los flancos heridos de la espuela y agitados, y sus cabezas agachadas, se pararon juntos cinco minutos, palpitantes y confundidos. Pero no hicieron un solo esfuerzo para moverse. Entonces llegó el turno del gaucho para ejercer su autoridad más positiva. Hasta aquí había estado puramente a la defensiva.

Su objeto era solamente aguantarse y cansar al caballo. Ahora necesitaba moverlo en una dirección dada. El capricho, el zig-zag a menudo interrumpido, había guiado su corrida. Tranquilos, los gauchos tomaban rumbo a un lugar determinado y los caballos avanzaban hacia allí; hasta que al fin de tres horas mas o menos, los ya dominados animales se movían en línea casi recta v en compañía de los otros caballos, hacia el puesto a que nos dirigíamos. Cuando llegamos allí, los dos potros, que hacía muy poco tiempo habían sido tan libres como el viento, fueron atados al palenque del corral, esclavos del hombre dominador, y toda esperanza de emancipación había desaparecido.



LA DOMA (1833)

CARLOS DARWIN



Una tarde llegó un domador con ánimo de ejercer su oficio en algunos potros. Describiré las diligencias preparatorias de la operación porque creo que no han sido mencionadas por otros viajeros. Meten en el corral, que es un amplio cercado de estacas, una manada de potros sin domar, y cierran la entrada. Supondremos que un hombre solo ha de coger y montar un caballo enteramente extraño a silla y freno. A mi modo de ver sólo un gaucho es capaz de realizar esta hazaña. El gaucho elige su potro ya perfectamente crecido, y mientras el animal corre furioso alrededor de la cerca, le arroja el lazo de modo que enganche las dos patas delanteras. Al punto, el caballo rueda por tierra, dando una fuerte caída, y, en tanto que pugna por levantarse, el gaucho, manteniendo prieto el lazo, forma con el resto de la correa un círculo para enganchar una de las patas traseras, precisamente por debajo del menudillo o cerneja, y tira hasta unir esta pata con las dos delanteras y sujeta perfectamente las tres. Luego, sentándose en el cuello del caballo, fija una brida fuerte sin bocado a la mandíbula inferior, lo que ejecuta pasando una correa estrecha por los ojales del extremo de las riendas y dando varias vueltas alrededor de la mandíbula y la lengua. Las dos patas delanteras se traban ahora, bien juntas, con una correa fuerte, en la que se hace un. nudo corredizo. Aflojado el lazo que sujeta las tres patas, el caballo se levanta con dificultad. El gaucho, empuñada fuertemente la brida atada a la mandíbula inferior, saca el caballo del corral. Si hay otro hombre que ayude (pues de otro modo la operación cuesta más trabajo), tiene sujeto al animal por la cabeza mientras el primero le pone los aparejos y la silla, cinchándolos juntos. Durante esta operación, el caballo, con el terror y espanto de verse así atado por medio del cuerpo, se echa a tierra y da incesantes revolcones, sin querer levantarse hasta que se le obliga a palos. Al fin, cuando está ensillado, el pobre animal apenas puede respirar de espanto, y está blando de espuma y sudor. El hombre se dispone ahora a montar, oprimiendo pesadamente el estribo, de modo que el caballo no pierde el equilibrio, y en el momento de echar la pierna sobre el lomo del animal tira del nudo corredizo que sujeta las patas delanteras, y el caballo queda libre. Algunos domadores quitan esa traba estando el animal derribado, y, poniéndose sobre la silla, le permiten levantarse debajo de ellos. El caballo, loco de terror, da algunos saltos violentísimos, y luego parte a todo galope; cuando se ha fatigado hasta agotar sus fuerzas, el hombre, con paciencia, lo trae de nuevo al corral, donde se lo suelta envuelto en un vaho de cálido sudor y medio muerto. Cuando los potros no quieren galopar y se obstinan en echarse en tierra, la doma es mucho más penosa. El procedimiento descrito es terriblemente duro, pero a las dos o tres pruebas el caballo queda domado. Sin embargo, hasta después de algunas semanas, no se le monta con bocado de hierro y barboquejo sólido, porque tiene que aprender a asociar la voluntad del jinete con la sensación de la rienda antes de que el más poderoso freno pueda serle de algún servicio.

Y la música como siempre, genial...
Un beso!

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

Bueno pues yo a poquitos voy Me gustó le leyenda del mediquillo pobrecito ¿ aquien se le ocurre?
Mañana más
Buenas noches y un abrazo

Guadalupe Munguia dijo...

Gracias Driada y Marcelo.
Driada: Yo es que me picó escribiendo y no sé cuando parar jejeje. La leyenda del médico, como dije, la he visto escrita en algunos blogs españoles, por lo que no me sorprendería que el origen sea de tu tierra (Después de todo la Guadalajara mexicana pertenecía a la administración de la Nueva Galicia)

Marcelo:
Mil gracias por la información sobre los gauchos. La verdad es que , a diferencia de lo que me pasa con el toreo (sufro, de verdad), estas fiestas campiranas me gustan mucho porque requieren de mucha destreza y valor y, además, los animales no salen lastimados innecesariamente.
Yo TENGO que visitar Argentina.

Besotes a los dos

Martine dijo...

¡Lupita!
Como siempre que vengo a tu "casa" procuro que nada me distraíga para submergirme contigo en todo lo que nos narras de tu lindo País... Si algún dia tengo la dicha de visitarlo,me llevaré tus Escritos como guía, nada los supera...
Pampariusi por todo el inmenso trabajo documentado de tus Entradas y apapachos y besos cariñosos para este lindo Domingo, Mi Lupita, hermana.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Qué entrada más bien documentada sobre los charros!
Hay códigos que explican muchas cosas, como éste que expones aquí.
Además, a mí me atrae mucho esta estética.
Besos.

Miriam dijo...

Que maravilla todo esto!! La imagen de los charros es la que tenemos de los mexicanos, con sus trajes y sus sombreros llenos de lentejuelas y brillos!!
Cuanto aprendemos aquí siempre!!
No me olvidé de tí pero, ando con algunos problemitas que no me dejan mucho tiempo.
Que salga lindo el festival!!
Besos

Guadalupe Munguia dijo...

Gracias Selma, Pedro y Miriam:

Selma:
Pampariusi para ti también hermanita, por estar siempre presente y tenerme tanta paciencia (de hecho todos, que los tengo muy abandonados).

Pedro: La estética y la destreza son las dos cosas que me gustan mucho de esta fiesta. Y si tienes oportunidad de estar presente en una charreda, además de lo anterior, podrás disfrtutar de la música, la comida, el humor campirano y . Creo yo que la vida campirana tiene mucho de esfuerzo, de trabajo...pero también un corazón popular auténtico.

Miriam:
La próxima entrada estoy planeando escribirles sobre la historia del traje charro, ya que hay varios tipos...el más famoso es el de gran gala, que lucen los mariachis, pero hay otros que, sin ser tan deslumbrantes, también son muy hermosos.

Un besote a todos y gracias por pasarse por aquí

Cartas que nunca escribí dijo...

Sigo aprendiendo, sigo amando por ti a la tierra primigenia de las grandes civilizaciones de la humanidad y por supuesto de toda su cultura.

Gracias por visitarme y dejar tu huella amiga queridísima.

Besos.

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

En esta mañana de sábado antes de hacer mis tareas caseras te vengo a ver y me he pasado por tu cafe a medianoche Con tiempo disfrutare de él.
Me alegro que andes enfrascada en nuevo proyecto. Un abrazo