MUSICA

viernes, 11 de julio de 2008

Prefiero ser real y ser escuchada que preocuparme por gustarle a alguien...

Hace un par de semanas, a raíz de un problema con una compañera, me encontré en medio de una especie de cónclave, conformado por un círculo de amigas a quien respeto y quiero mucho, pero que, en ocasiones, no comprendo.

En dicha reunión, alguien me acusó de que mis comentarios, la mayor parte del tiempo, eran "mordaces", aunque a ciencia cierta no creo que, la persona que utilizó el calificativo, realmente sepa la diferencia entre la mordacidad y la ironía (o el sarcasmo, que creo yo es lo que quiso decir esa persona, respecto de mis comentarios). La primera implica la intención de hacer daño, la segunda es solo muestra de un sentido del humor que, quizá, no sea utilizado por el promedio. Con esto no quiero decir que no pueda ser mordaz, especialmente en esas ocasiones en las que mi paciencia se acaba y, como todo el mundo, me enfado con alguna situación o alguna persona. La ironía y el sarcasmo , por otra parte, son un recurso muy utilizado en el grupo de amigas que les comento. Hasta aquí está todo bien. La parte que no entiendo es que, al parecer, ironía y sarcasmo son privilegios (o virtudes) para algunas personas mientras que, para otras, o están vedados o se constituyen en defectos, especialmente tratándose de opiniones que, o bien la gente no está en condiciones de escuchar porque tocan una fibra sensible, o porque expresan una verdad reconocida por el colectivo, pero que sólo una o algunas personas expresan.

Con esto tampoco quiero decir que tenga siempre la razón. Como ser humano, me equivoco muchas veces y, también como ser humano, creo que tengo el derecho a hacerlo. Lo que molesta es que, a veces, la opinión de una mayoría no constituye, necesariamente, una verdad simplemente en razón del número de personas que la comparten.

Escribo esto porque, el "cónclave" del que les hablo, me hizo sentir como si estuviera sentada en el banquillo de los acusados: era un grupo dilucidando lo que había pasado entre dos personas, calificando y presentando testigos...pero con solo una de las implicadas presente quien, además, debía asumir cierta "culpabilidad" de una situación en la que fue colocada por el mismo colectivo. Ya saben, del estilo "el grupo toma la decisión, pero tú comunícala" pero las consecuencias recaen en una sola persona .

He estado dándole vueltas y vueltas al asunto, y he llegado a la conclusión que sí, efectivamente, tengo que asumir que :

  • Debo procurar no estar siempre disponible para hacer ciertas cosas, sólo porque los demás dicen que no pueden hacerlas, o no les importa si se realizan o no . Si somos un colectivo, cada uno de los integrantes debe poner de su parte y hacer el trabajo que le corresponde, si es que se quiere que el colectivo crezca y tenga éxito en sus proyectos.
  • Tengo que establecer cierta distancia emocional con situaciones y personas que, aunque entrañables y queridas para mí, a veces no tienen la delicadeza de caminar en mis zapatos, ni contemplan al mundo con mis ojos; o que piden algo y después se quejan de que no se realizó adecuadamente.
  • No tomarme personal, la falta de congruencia entre lo que una persona dice, hace o piensa.Tampoco aceptar el que alguien califique mis opiniones, proyectándose en una situación que no le compete.
  • No dejar dejar lo que estoy haciendo para acudir a un cónclave en el que estoy segura voy a llevar la peor parte. Especialmente si me encuentro mal anímica o físicamente. ¿Cobardía? No, más bien es prudencia... para no correr el riesgo de romper con lazos amistosos que son importantes para mí.
  • Y, la más importante, aprender a cerrar mi hermosa boca, dejando que la gente se lleve los "frentazos" que su actitiud o decisión provoca y que, pudieran ser anticipados, si consideraran que, en un colectivo, no estar de acuerdo significa, necesariamente, estar en contra y que permitir actitudes poco razonables para con una persona, implica asumir que puede uno ser objeto de la misma falta de respeto, andando el tiempo y que, además, deberá tolerarla justo como se le exige a la persona que la recibió primero. Cerrar mi hermosa boca, implicará también el resistir la tentación de decir: "Te lo dije", ante situaciones que uno "adivina" van a pasar, simplemente por la relación "causa-efecto" que, nos guste o no, se da en todo fenómeno social y natural.

Eso sí, me reservo mi derecho a no tolerar una falta de respeto, a enfadarme por ella y a actuar en consecuencia, no importando lo que la "mayoría" opine o quien se encuentre presente. Ser miembro de un colectivo no implica renunciar a la individualidad personal ni tener la obligación de aceptar basura, simplemente porque "hay gente mirando"...


5 comentarios:

Ricardo Silva Reis dijo...

Bravo. Só existe colectivo porque ele é formado por individualidades!
Devemos sempre manter nuestra identidade para que o colectivo seja tico e universal.
De acordo e com carinho
Muitos beijos

Miriam dijo...

Dificil situación y excelente definición la tuya. Con los años uno puede leer entre líneas de que viene la cosa...
Enfrentar estas situaciones de frente es la mejor manera de salir por lo menos airoso con uno mismo y sus convicciones. El colectivo verá como lo resuelve.
Besos

CarmenS dijo...

El caso es que tú tomes tus propias decisiones y puedas hacer tus valoraciones de acuerdo a tu personalidad y tus querencias

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Describes una situación que todos hemos vivido alguna vez. Pero para "morderse la lengua" como decimos aquí, hay que tener también un puntito de maldad (ese gustillo de callar que la ventana está abierta y esperar a ver como se derrumba, con el viento, el castillo de naipes). Yo no puedo; simplemente he aprendido a ir a mi aire... y si tengo que aceptar a los demás como son... que me acepten ellos a mi también. Creo que la edad y la experiencia nos dan "un grado" que tenemos que saber aprovechar.
Ánimo, valiente.


Un beso.



Soledad.

Guadalupe Munguia dijo...

Gracias a todos por sus comentarios.

A mí me cuesta trabajo callar, cuando creo que tengo la razón y cuando sé (por experiencia) que ciertas decisiones, tomadas desde el afecto y la subjetividad, traen consecuencias que no ayudarán a consolidar un proyecto. También está el hecho de que, en un colectivo, debe conservarse el ánimo y la autoestima de la gente que está trabajando para él: bien sea creando, o adaptando o ejecutando las creaciones de los demás. La cosa es que, a veces, es mejor dejar crecer a la gente, aunque esto signifique no advertir las posibles consecuencias de determinadas decisiones. Especialmente tratándose de los amigos y de un lugar, como en el que vivo, en el que parece ser una cuestión cultural el hecho de no querer escuchar la verdad o de alzar la voz para defender una opinión sin que esto signifique una verdadera pelea.

En fin, las aguas vuelven al nivel, cuando el proyecto es más grande que las rencillas personales entre ciertos integrantes.

Un beso para todos.