MUSICA

martes, 2 de septiembre de 2008

Septiembre de 1985: el deber de recordar

Septiembre es llamado, en México, el "Mes de la Patria" debido a que celebramos, el día 16, el inicio de la Guerra de Independencia. La noche del 15 se reúnen, en la Plaza de la Constitución (o Zócalo, como es mejor conocida), miles de personas para escuchar el famoso "Grito", de boca del presidente en funciones, los tradicionales: "¡Viva México!" y ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!" y responder con un "¡Vivan!", a la mención de una lista de héroes (o heroínas, de acuerdo a lo que el presidente de turno considere lo vayan a hacer más popular en ese momento de su sexenio). Después de escuchar la ceremonia de "El Grito" se realiza una verbena popular donde, además de escuchar hasta el hartazgo "El Huapango" de Moncayo (amén de muchas otras canciones folclóricas) va uno a beber tequila y a comer platillos típicos para, quizá con eso, reforzar aquello de la identidad patria y la falsa ilusión de que México es Independiente desde 1810.
No es mi intención amargarle la noche, ni los chiles en nogada, a ninguno de mis compatriotas, pero parece que la memoria de corto plazo es la única que nos funciona en este bendito país.

Hace 23 años, la que esto escribe, estaba ingresando en la Universidad. Era una época en la que todavía se creía que graduarse garantizaba, entre otras cosas: trabajo seguro, un coche , una vivienda propia y mucho, pero que mucho prestigio. Todavía no resentíamos la realidad de la universidad de masas, ni los movimientos sociales adquirían una vital importancia para toda la población. Cierto es que, de vez en cuando, se alzaban algunas voces o se realizaban algunas demostraciones públicas que, al considerarse particulares de un sector, no tenían más trascendencia que una breve nota en el periódico. En ésa época, todavía no surtían efecto las consecuencias de aquel fraude llamado "Milagro mexicano", donde el petróleo nos auguraba un paraíso en el que podríamos amarrar a los perros con longaniza.

Nuestra alma cándida sufrió, literalmente, una sacudida aquel "Jueves Negro". El 19 de septiembre, a las 7:19 de la mañana los cimientos de muchos edificios, así como el de las creencias sociales, fueron derrumbados por la fuerza de la naturaleza. El Jueves Negro, y como tenía examen de "antropología filosófica", me levanté temprano para asistir a la Universidad, cosa que me salvó de verme atrapada, en pleno sismo, dentro de los vagones del metro. Apenas llegué a la escuela, cuando todo comenzó a moverse y a tronar. Como yo no soy particularmente miedosa por estar acostumbrada a esta clase de fenómenos naturales, consideré que el temblor no había sido para tanto... pero quizá tendría que ver, también, que estaba sentada y que dos histéricas amigas se abrazaron a mí. También tuve la suerte de ser de los pocos afortunados que pudieron comunicarse, vía telefónica, con su familia para hacerles saber que nos encontrábamos bien. El examen fue suspendido y nos hicieron abandonar la escuela para poder ir a casa. En el camino me tocó observar lo que quizá muchos de ustedes vieron en los periódicos o en la televisión. Pero eso no voy a relatarlo, porque prefiero que los videos que acompañan esta entrada se los cuenten.
Lo que sí me gustaría rescatar es que, el terremoto del 85, sacó a flote lo mejor y lo peor de la sociedad mexicana. Que la experiencia dejó ver como, organizados y solidarios, los ciudadanos de a pie somos capaces de proezas extraordinarias y que el gobierno, dándose cuenta de ello, ha hecho todo lo posible por aletargarnos de nuevo (con bastante éxito al parecer).

Ahora que el 19 de septiembre representa solo una ceremonia, simulacros de cuando en cuando (frecuentes acercándose la fecha), recuerdo a muchos y muy buenos amigos que la pasaron bastante mal bien por perder a su familia o su casa. A otros que fueron a las brigadas de rescate sin más herramientas que las manos.
Algunos rostros queridos se me fueron en ese sismo, pero
yo fui afortunada, porque no perdí a mi familia y todavía tengo techo sobre mi cabeza. Para muchos, en cambio( porque ni siquiera supieron donde acabaron sus afectos) les quedó solo el recuerdo y, en la Plaza de la Solidaridad, el siguiente monumento:
Reseña de Elena Poniatowska:


"El día que no pasó"



Con mi dedicatoria a todos ellos: los que están, los que se fueron. Y para esos bebés milagro, hoy hombres y mujeres que escaparon con vida del derrumbe del Centro Médico.
Y vaya un aplauso especial para todos aquellos periodistas que, incluso bajo amenaza, decidieron comprometerse con la verdad .

5 comentarios:

Miriam dijo...

Hola amiga!!Estoy media desesperada porque no tengo tiempo de visitar a mis amigos cibernéticos!
Es tarde, pero quería pasar al menos a dejarte unas palabras.
Me uno contigo a este homenaje de tan desgraciado acontecimiento.
Te mando muchos besos!

CarmenS dijo...

No hay que olvidarse de quienes peor lo pasaron. Aquí se habló mucho del asunto. Y creo que se ayudó.

Guadalupe Munguia dijo...

Muchas gracias a amabas por sus comentarios.

España y Argentina fueron dos de los países que enviaron ayuda en esa situación. Lamentablemente, por acá hubo quien aprovechó lo que iba dirigido a los que más lo necesitaban..pero bueno, supongo que en todas partes se cocinan habas .

Quise recordar, antes de la celebración oficial, a muchos amigos que vivieron momentos terribles y, además, dejar constancia de la admiración profunda que le tengo a los periodistas honestos.

Un beso a las dos y, Miriam, no te preocupes si no puedes pasar con frecuencia, solo hazme saber que te encuentras bien cada vez que ese maravilloso proyecto que estás realizando, te lo permita.

Marcelo dijo...

Recuerdo perfectamente el terremoto del 85. Recuerdo la tragedia, y que todos pensamos que no se haría en el mundial 86. El mundo se sorprendió y maravilló por ello, aunque no sé como lo ven uds. a la distancia, si debió realizarse o no. Recuerdo la película del mundial, "Héroes", la voz del locutor hablando del desastre, que ocupa el comienzo de la película, y la impresión de verlo todo en una pantalla de cine. Porque en aquel entonces la gente iba al cine... Yo quiero mucho a México, a pesar de no haber estado allí. De vez en cuando hago alguna referencia a México en mis entradas, por ejemplo en "Tres obras de Pedro Menárdez"
Me ha gustado mucho pasar por aquí, y yo también te conozco a través de cierto blog que danza...
Un saludo!
PD: Cuando me dicen que les gusta la música que pongo, me gusta tanto o más que cuando me dicen que les gusta lo que escribo. Incluso me han dicho que dejan el blog puesto mientras trabajan o cenan, y eso para mí es el mayor elogio que me pueden hacer.

Guadalupe Munguia dijo...

Gracias Marcelo, por pasarte por acá.

Bueno, lo del mundial yo creo, sin ser especial fanática del futból, que igual era necesaria una alegría en medio de tanta, tantísima tragedia. Ese salir a las calles, recibir gente de otros países y recuperar esa sensación de reponerse, a pesar de todo, creo que ayudó a sanar las heridas de la ciudad (luego, las heridas personales, tomarían más tiempo).

Tus entradas son magníficas y la música las complementa estupendamente...yo también me he dejado abierto tu blog para disfrutar .
Besos